Según reporta Greenpeace Australia, el cambio climático es una causa principal del clima extremo, desde inundaciones hasta olas de calor extremas. Si bien no desencadena directamente los incendios forestales, los empeora. Los factores que contribuyen al riesgo de incendios forestales incluyen la temperatura, la sequedad, la velocidad del viento, la pendiente de la tierra y la humedad, todo lo cual se ve agravado por el cambio climático.

En 2019, la mitad sur de Australia experimentó el período más seco de enero a agosto registrado. Desde 2017, Nueva Gales del Sur ha visto una de las peores sequías jamás registradas para el estado. La sequía, combinada con un invierno cálido, alimenta la temporada de incendios, que deja los suelos, pastos y plantas extremadamente secos.

Y yo añadiría los recortes para el mantenimiento de los bosques o el abandono de la vida rural que favorece la propagación de los incendios (atención a lo que puede pasar en España este verano, con campos y bosques sin desbrozar).

En resumen, la despreocupación por el cambio climático es una amenaza para la sostenibilidad y la supervivencia de todo un subcontinente.